viernes, 5 de junio de 2009

rinocerontes

Un rinoceronte
se come mis órganos por dentro
me retuerzo cuál ropa mojada
antes de colgarse a la soga
me decoloro en ese espiral de piel

un hombre de saco y corbata
saca a pasear a su hijo deforme
en una bañadera con ruedas
que el mismo fábrico en tu taller
de hígados prefabricados

los chicos que salen de la escuela
se emborrachan con vodka y jugo de naranja
en la esquina
un policía los mira largo rato
hasta que se anima
y les pide un trago

el rinoceronte hoy ataca mi riñón
me revuelco por el piso
limpiando la alfombra con mi cuerpo
en ese ir y venir sistemático
después me quedo pensando
en las formas en que podría desmayarme

uno de los chicos tambaleante
abre la puerta de su casa
aún con la mochila de Los Piojos en el hombro
y la caja vacía de Baggio en la mano
su madre se desangra en el suelo
su padre atropelladamente habla acerca del hecho muy serio
el púber ve los moretones en el cuerpo de su madre
y la voz del padre se distorciona
es un líquido espeso en un frasco de vidrio
que erupciona, que llena la habitación de un vapor adormecedor

camino por la calle, me paro en seco
una puntada en el hígado no me deja avanzar
tengo los ojos rojos, la cara blanca
una señora asustada me mira de arriba a abajo
y finalmente me pone una targeta lila en un bolsillo
"Sr. Armando Mello
Doctor especialista en trasplantes
implantes en el acto
total discreción".

detrás la dirección, saco la guía T y observo
los cuadraditos amarillos que me separan del doctor

cuando llego me hacen sentar en una sala de espera improvisada
hay muchas heladeras alrededor
una mezcla de frigorífico y hospital
que me da escalofríos
detrás de una puerta entreabierta en la semi penumbra
se ve un chico deforme en una bañera
que juega con muñecas sin cabeza
rato más tarde el Doctor Mello extiende ante mi
diversos envases Tupperware con hígados para elegir
en esto estábamos cuando entra la policía federal
a allanar el lugar
justo antes de empezar el proceso de descongelarme uno
que se veía ideal para mi jóven cuerpo

en la comisaría
al entrar se me bajó la presión
de tanto olor a carne picada y plasma de las cosas confiscadas
me llevaron a otra sala a darme algo de azúcar
unos sobrecitos de esos de confiterias con provervios rebundantes
mientras ante mi las cosas volvían a tener cuerpos definidos
un muchacho declaraba temblando el asesinato de su madre
por parte de su padre
tenía la cara grasienta, los ojos saltones, granos de adolescente
se retorcía las manos cuál ropa antes de extenderse en la soga
y miraba de a ratos un punto fijo en la pared blanca
quedandose en silencio largos minutos así.

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